Reseña: Agnes Grey, Anne Brontë

Agnes Grey

Título: Agnes Grey
Autora: Anne Brontë
Traducción: Elizabeth Powell
Editorial: Alianza Editorial 
ISBN: 984-84-9104-895-4
Año de publicación: 2017
Páginas: 263
Género: Clásico, Literatura inglesa

Sinopsis

Decidida a lograr su independencia económica y a ayudar en su casa, Agnes Grey, la hija menor de una familia venida a pique, se coloca como institutriz en la casa de la familia Bloomfield. Su juventud e inexperiencia, así como la crueldad de los niños con quienes le toca lidiar y la frialdad de sus padres, son una difícil piedra de toque. Pero su perseverancia la llevará a cambiar de casa en busca de mejores perspectivas. Con sus nuevos empleadores, los Murray, las condiciones tampoco son fáciles, pero Agnes, poco a poco, se abrirá camino...

Mi opinión:

Agnes es la hija más joven de un párroco, ella y su familia tratan de salir adelante a pesar de las circunstancias, pero llega un momento en el que decide ser útil y convertirse en institutriz. A sus padres y su hermana Mary no les gusta mucho la idea, pero su insistencia hará que acepten.

La primera familia con la que le tocará trabajar le demostrará lo dura que es la vida de las institutrices, siempre en un limbo. Los señores de la casa no la tratan como una igual, pues es una empleada, aunque siga siendo una dama; el servicio tampoco la acepta y Agnes se ve recluida casi siempre en el aula de los niños.

Sus pupilos ponen a prueba toda su paciencia, no sabe tratar con ellos y son indisciplinados. No puede castigarlos y debe soportar las críticas de sus patrones en cuanto al comportamiento de estos, aunque ninguno de ellos hace nada por remediarlo.

Agnes probará suerte con otra familia, en esta estará un poco mejor, pero todavía tendrá que soportar duras cargas y vérselas con la soledad de su profesión, aunque… puede que consiga hacer algún amigo, a pesar de todo.

Agnes Grey era la novela de Anne Brontë que me quedaba por leer. La pobre solo pudo escribir dos y, aunque esta, a día de hoy, es su novela más conocida (cada vez más La inquilina de Wildfel Hall tiene más reconocimiento) todavía no la había leído.

Gracias a un sorteo que gané en el blog Deja volar tu imaginación pude conseguir este precioso ejemplar y me lancé con muchísimas ganas. Tenía un poco de miedo, lo confieso, porque durante mi primer año de carrera leí La inquilina y una amiga se leyó Agnes Grey, a mí me encantó mi lectura, pero mi amiga se quedó muy decepcionada. Me hablaba de un libro lento, monótono, aburrido… Me quedé con miedo de llevarme una decepción con una de las Brontë, puesto que las tres son de mis escritoras favoritas y Anne tiene cosas muy especiales.

Pues así empecé yo esta lectura y por suerte, a diferencia de esa amiga de la que os hablaba, a mí sí me ha gustado. Es cierto que en Agnes Grey nos encontramos una novela mucho más pegada a la rutina, que nos cuenta el día a día de una institutriz. Es una novela en la que, si conocemos algo de la vida de la autora, enseguida vemos que tiene mucho de autobiográfica y creo que muchas de las escenas relacionadas con su posición como institutriz son sacadas de sus experiencias propias.

[Extracto del libro]

—Señorita Grey —dijo él, medio en broma, como si sintiera la necesidad de cambiar de tema aunque no tuviese nada especial que decir—, quisiera que me disculpara usted ante el señor de la mansión cuando lo vea. Estaba presente cuando he rescatado a la gata de Nancy, y no ha aprobado exactamente mi hazaña. Le he dicho que la gata significaba más para ella que todos los conejos para él, y tan audaz afirmación ha merecido que me dedicase unas palabras poco caballerosas y me temo que le he replicado con demasiado entusiasmo.

Ha sido doblemente interesante para mí esta lectura porque he estudiado para ser profesora y ha sido curioso comparar lo que yo he aprendido en él con las técnicas que emplearía Agnes con sus alumnos. Como se dice en un pequeñito estudio que leí en su novela (de Ediciones Cátedra) la mayoría de las mujeres que se dedicaban a ser institutrices no estaban formadas para su trabajo como docentes.

Es una historia mucho más breve que las otras novelas de las Brontë, como digo, pegada a la rutina de una institutriz, sobre todo al principio, y se nos cuenta casi como a modo de diario. No hay grandes historias como en Jane Eyre, no se dulcifica la profesión, es un golpe de realidad. El ritmo también es más pausado, pero en realidad eso no me ha molestado. Me ha gustado acercarme a una historia que sabía que me iba a mostrar con mucha fidelidad como era la realidad de una institutriz en el siglo XIX, es una historia escrita desde la propia experiencia.

La presencia de la religión en la novela se hace patente. Anne Brontë era una mujer muy religiosa, le venía de su tía, pero lo que no sabía era por las dudas por las que había pasado, dilemas religiosos que se ven reflejados en la figura de una de las vecinas a las que Agnes va a visitar. También podemos ver como se contraponen las figuras de dos clérigos, las maneras de actuar y de tratar a la gente de uno y del otro, y todas esas reflexiones me han parecido muy interesantes.

[Extracto del libro]

Es tonto desear la belleza. Las personas sensatas nunca la desean para sí ni le dan importancia en los demás. Si la mente está bien cultivada y el corazón bien dispuesto, a nadie le importa el exterior.

Eso decían los profesores de nuestra infancia, y eso decimos nosotros a los niños de hoy. Todo muy juicios y correcto, sin duda, pero ¿la experiencia apoya tales afirmaciones?

Anne es bastante crítica en sus novelas y en esta podemos ver cómo además de llamar la atención sobre la situación de las institutrices, Agnes ve como una de sus alumnas tiene que casarse con alguien a quien no quiere, que no tiene buena fama, pero a cuya madre no le importa porque solo está interesada en que su hija se case bien y sea la señora de una gran casa. Como la misma Agnes dice en la novela, esta gente poderosa tiene una idea errónea de lo que es mejor para sus hijos y creen que conseguir que continúen teniendo una buena posición económica es lo que mejor pueden hacer por ellos, y no se detienen a pensar si van a ser infelices, especialmente en cuento a sus hijas se refiere.

[Extracto del libro]

—Espero que este comentario esté infundado, en cualquier caso.

—¿Por qué? ¿Es que le molesta especialmente que estudiemos las mujeres?

—No, pero sí me molesta que alguien se dedique de tal manera al estudio como para perder de vista todo lo demás. Excepto en circunstancias especiales, considero que el estudio muy riguroso y constante es una pérdida de tiempo y un perjuicio para la mente además de para el cuerpo.

No me queda más que decir que leer Agnes Grey ha sido una delicia y un placer, porque no siempre se puede leer por primera vez un libro de una autora que te encanta y lo he disfrutado muchísimo. Nunca me cansaré de recomendar a estas tres hermanas escritoras y aunque Charlotte y Emily son las más conocidas, por favor, no os olvidéis de Anne, porque ella destaca por valía propia a pesar de lo que la crítica ha hecho con ella a lo largo de estos años. Es tan buena escritora como sus hermanas y sus obras tienen mucho poder, merecen mucho la pena.

En cuanto a la edición, creo que de los cuatro diseños de esta reedición por el bicentenario de Emily Brontë, la que más me ha gustado es precisamente la hecha para Agnes Grey. Todas son bonitas, pero esta en particular me gusta un poquito más. Son unas ediciones que están bien de precio y que están en tapa dura, algo que yo agradezco porque la mayoría de las veces los clásicos se publican en tapa blanda (sin solapas) y se estropean muy rápido. 

Si habéis leído la novela o alguna otra obra de las Brontë Sisters me encantaría conocer vuestra opinión.

Agnes Grey era la novela de Anne Brontë que me quedaba por leer. Ha sido toda una delicia volver a encontrarme con esta autora, he disfrutado mucho la lectura, que hace un genial retrato de como era la vida de una institutriz en el siglo XIX.
A pesar de que Anne es la menos conocida de las tres hermanas Brontë, destaca por valía propia y está al nivel de sus hermanas, no dejéis de leerla. 

                                                   

¡Hay que leerlo!